Entrevista al doctor Antonio Pelegrín que desarrolla su actividad como responsable de la Unidad del Dolor del Hospital de León en España
Las unidades del dolor nacieron con la idea de ser multidisciplinarias, incluir a neurólogos, neurocirujanos, psiquiatras, etc., pero eso es imposible porque la administración nunca ha hecho caso a las unidades del dolor.
P.— ¿Qué tipo de dolor se trata en la unidad?
R.— Nosotros queremos divulgar que el tratamiento del dolor existe, que se puede tratar el dolor crónico, ya sea por enfermedades malignas o bien derivado de otras como la osteoporosis, la artrosis y las artropatías. Esos dolores se pueden tratar y por eso queremos divulgar el conocimiento de fármacos con charlas y conferencias. Es importante que la gente sepa que existen las unidades del dolor, que se dedican al tratamiento del dolor crónico, hay que procurar que el paciente tenga el menor dolor posible.
P.— ¿Todos los pacientes que sufren dolor necesitan tratamiento psicológico?
R.— Todas las personas que sufren dolor crónico tienen un componente depresivo. La persona se encuentra preocupada, no entiende bien qué es lo que está ocurriendo, no ve claro el futuro. Por eso al lado de los tratamientos analgésicos se encuentran los antidepresivos. Con ambos generalmente es suficiente para tratar al paciente, si no, se desvía a psiquiatría.
P.— ¿Podría incluirse este servicio en las propias unidades del dolor?
R.— Sería lo mejor. Las unidades del dolor nacieron con la idea de ser multidisciplinarias, incluir a neurólogos, neurocirujanos, psiquiatras, etc., pero eso es imposible porque la administración nunca ha hecho caso a las unidades del dolor. Ahora es un servicio que forma parte de anestesia.
P.— ¿Qué importancia tiene la familia para el tratamiento del paciente?
R.— La familia suele colaborar directamente, porque a veces mandamos a los enfermos a sus domicilios con catéteres a través de los cuales se inyectan los analgésicos y les informamos de cómo se utilizan.
P.— ¿Hay diferencias a la hora de atacar el dolor en niños?
R.— Son diferentes las dosis, lógicamente, y algunas técnicas se intentan excluir, como la epidural. Los tratamientos deben ser menos agresivos.
P.— ¿Cuántos pacientes acuden al año a la Unidad del Dolor?
R.— Más de un millar. Tenemos tres consultas semanales, en las que vemos unos 10 ó 12 pacientes en cada una. También tenemos a enfermos ingresados para seguir los tratamientos contra el dolor.
P.— ¿Cuál es el perfil de los pacientes?
R.— Tenemos enfermos oncológicos y el resto son en general personas mayores con problemas de huesos, de osteoporosis, reumatismo y artrosis. Entre los pacientes más jóvenes los dolores más frecuentes son las neuralgias, el dolor neuropático, las neuralgias postherpéticas, la fibromialgia o la distrofia simpático refleja. También hay pacientes que se han sometido a operaciones y han quedado con dolores crónicos.
P.— ¿En qué se diferencia el tratamiento que da la unidad del que ofrecen otros especialistas?
R.— Los tratamientos son similares, la diferencia es la dedicación. Nosotros estamos más dedicados al dolor, hay un uso más específico de las drogas y se hace un seguimiento. Además se manejan otras técnicas paralelas a los medicamentos como todo tipo de infiltraciones, estimulación de cordones posteriores en la médula o la radiofrecuencia en el dolor neuropático. Son técnicas que otros especialistas pueden no tener tiempo de utilizar o que no tiene por qué conocer el médico de cabecera, que puede recetar un analgésico pero a partir de ahí tiene que pedir ayuda.
P.— ¿Cuáles son los principales tratamientos?
R.— Tiene mucha importancia el uso de la epidural, sobre todo para los dolores neuropáticos, de columna, y también dolores viscerales y vasculares.
P.— ¿Se ha observando el aumento de algún tipo de patología dolorosa?
R.— No especialmente, aunque el paciente cada vez acude más rápido al médico para tratarse el dolor, nadie quiere sufrir. En León sí son muy frecuentes las neuralgias postherpéticas, producidas por herpes.
P.— ¿Hay algo específico en el tratamiento del dolor oncológico?
R.— Bueno, sabemos cuáles son los cánceres que producen más o menos dolor. El de páncreas es especialmente doloroso, también los de pulmón, colon u ovarios, aunque todos tienen dolor.
P.— ¿Cuáles son los objetivos de la creación de la Fundación del Dolor?
R.— La fundación se crea para dar una entidad a todos los ingresos económicos del servicio de anestesia, que puede tener, por ejemplo, como consecuencia de su participación en proyectos científicos. También se cursará cualquier donación que se haga por parte de instituciones o las ayudas para congresos. Todo el dinero que la fundación maneje lo revertirá en la formación de los miembros del servicio de anestesia y en la difusión del tratamiento del dolor y la anestesia fuera del recinto hospitalario, tanto hacia los profesionales como hacia los pacientes.
P.— ¿Cómo se realizará esta divulgación?
R.— Se organizarán cursos sobre fármacos o anestesia y se informará sobre el tratamiento del dolor entre profesionales del propio hospital como ATS o médicos.
P.— ¿Qué relación mantienen otras especialidades con las unidades del dolor?
R.— Creo que antes había más relación. Aunque las otras especialidades nos remiten enfermos, quizás son menos de los que deberían mandar. Nosotros también hemos dado charlas en ambulatorios para hablar del dolor y del tipo de enfermos que se deben remitir a la unidad.
P.— En comparación con las unidades de otras provincias, ¿la de León está mejor o peor dotada?
R.— Todas están más o menos igual. Son unidades creadas en los servicios de anestesia y llevadas por anestesistas. Todavía están por desarrollar porque no hay gente suficiente ni dedicada sólo a esto. En su momento ya se pidió que fuera una especialidad y no se consiguió. Actualmente se están llevando de una forma más bien precaria.
P.— ¿Qué tipo de dolor se trata en la unidad?
R.— Nosotros queremos divulgar que el tratamiento del dolor existe, que se puede tratar el dolor crónico, ya sea por enfermedades malignas o bien derivado de otras como la osteoporosis, la artrosis y las artropatías. Esos dolores se pueden tratar y por eso queremos divulgar el conocimiento de fármacos con charlas y conferencias. Es importante que la gente sepa que existen las unidades del dolor, que se dedican al tratamiento del dolor crónico, hay que procurar que el paciente tenga el menor dolor posible.
P.— ¿Todos los pacientes que sufren dolor necesitan tratamiento psicológico?
R.— Todas las personas que sufren dolor crónico tienen un componente depresivo. La persona se encuentra preocupada, no entiende bien qué es lo que está ocurriendo, no ve claro el futuro. Por eso al lado de los tratamientos analgésicos se encuentran los antidepresivos. Con ambos generalmente es suficiente para tratar al paciente, si no, se desvía a psiquiatría.
P.— ¿Podría incluirse este servicio en las propias unidades del dolor?
R.— Sería lo mejor. Las unidades del dolor nacieron con la idea de ser multidisciplinarias, incluir a neurólogos, neurocirujanos, psiquiatras, etc., pero eso es imposible porque la administración nunca ha hecho caso a las unidades del dolor. Ahora es un servicio que forma parte de anestesia.
P.— ¿Qué importancia tiene la familia para el tratamiento del paciente?
R.— La familia suele colaborar directamente, porque a veces mandamos a los enfermos a sus domicilios con catéteres a través de los cuales se inyectan los analgésicos y les informamos de cómo se utilizan.
P.— ¿Hay diferencias a la hora de atacar el dolor en niños?
R.— Son diferentes las dosis, lógicamente, y algunas técnicas se intentan excluir, como la epidural. Los tratamientos deben ser menos agresivos.
P.— ¿Cuántos pacientes acuden al año a la Unidad del Dolor?
R.— Más de un millar. Tenemos tres consultas semanales, en las que vemos unos 10 ó 12 pacientes en cada una. También tenemos a enfermos ingresados para seguir los tratamientos contra el dolor.
P.— ¿Cuál es el perfil de los pacientes?
R.— Tenemos enfermos oncológicos y el resto son en general personas mayores con problemas de huesos, de osteoporosis, reumatismo y artrosis. Entre los pacientes más jóvenes los dolores más frecuentes son las neuralgias, el dolor neuropático, las neuralgias postherpéticas, la fibromialgia o la distrofia simpático refleja. También hay pacientes que se han sometido a operaciones y han quedado con dolores crónicos.
P.— ¿En qué se diferencia el tratamiento que da la unidad del que ofrecen otros especialistas?
R.— Los tratamientos son similares, la diferencia es la dedicación. Nosotros estamos más dedicados al dolor, hay un uso más específico de las drogas y se hace un seguimiento. Además se manejan otras técnicas paralelas a los medicamentos como todo tipo de infiltraciones, estimulación de cordones posteriores en la médula o la radiofrecuencia en el dolor neuropático. Son técnicas que otros especialistas pueden no tener tiempo de utilizar o que no tiene por qué conocer el médico de cabecera, que puede recetar un analgésico pero a partir de ahí tiene que pedir ayuda.
P.— ¿Cuáles son los principales tratamientos?
R.— Tiene mucha importancia el uso de la epidural, sobre todo para los dolores neuropáticos, de columna, y también dolores viscerales y vasculares.
P.— ¿Se ha observando el aumento de algún tipo de patología dolorosa?
R.— No especialmente, aunque el paciente cada vez acude más rápido al médico para tratarse el dolor, nadie quiere sufrir. En León sí son muy frecuentes las neuralgias postherpéticas, producidas por herpes.
P.— ¿Hay algo específico en el tratamiento del dolor oncológico?
R.— Bueno, sabemos cuáles son los cánceres que producen más o menos dolor. El de páncreas es especialmente doloroso, también los de pulmón, colon u ovarios, aunque todos tienen dolor.
P.— ¿Cuáles son los objetivos de la creación de la Fundación del Dolor?
R.— La fundación se crea para dar una entidad a todos los ingresos económicos del servicio de anestesia, que puede tener, por ejemplo, como consecuencia de su participación en proyectos científicos. También se cursará cualquier donación que se haga por parte de instituciones o las ayudas para congresos. Todo el dinero que la fundación maneje lo revertirá en la formación de los miembros del servicio de anestesia y en la difusión del tratamiento del dolor y la anestesia fuera del recinto hospitalario, tanto hacia los profesionales como hacia los pacientes.
P.— ¿Cómo se realizará esta divulgación?
R.— Se organizarán cursos sobre fármacos o anestesia y se informará sobre el tratamiento del dolor entre profesionales del propio hospital como ATS o médicos.
P.— ¿Qué relación mantienen otras especialidades con las unidades del dolor?
R.— Creo que antes había más relación. Aunque las otras especialidades nos remiten enfermos, quizás son menos de los que deberían mandar. Nosotros también hemos dado charlas en ambulatorios para hablar del dolor y del tipo de enfermos que se deben remitir a la unidad.
P.— En comparación con las unidades de otras provincias, ¿la de León está mejor o peor dotada?
R.— Todas están más o menos igual. Son unidades creadas en los servicios de anestesia y llevadas por anestesistas. Todavía están por desarrollar porque no hay gente suficiente ni dedicada sólo a esto. En su momento ya se pidió que fuera una especialidad y no se consiguió. Actualmente se están llevando de una forma más bien precaria.
El Dr Pelegrín trató a mi madre y es mano de santo. Gracias
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