Edición| fibromialgia.nom.es
Fecha | 8-11-2007

Para quien le han diagnosticado Fibromialgia y la enfermedad se ha cronificado; han fallado las médidas terapéuticas pueden asaltar las dudas de si se ha hecho o hemos recibido todas las alternativas que hay para dominar la enfermedad.
Cuando el "descontrol del dolor" se ha instaurado tan frustrante es esta situación para el paciente como para el médico que intenta controlarlo.
Os dejo con un relato escrito por médicos que bien refleja esta situación.

Joan Atmetlla i Andreu(a) P. Babi i Rourera(b)

(a)CAP Xafarines.
(b)CAP La Pau. Barcelona.

El paciente con fibromialgia antes del diagnóstico resulta desesperante desde el punto de vista biomédico: cuando un sufrimiento no se ve reflejado en las pruebas complementarias, surge la duda acerca de la veracidad del relato del paciente, o bien se atribuye a la esfera de lo psicológico.

Una vez establecido el diagnóstico la situación mejora sólo aparentemente: a partir de entonces las quejas del paciente forman parte de la realidad definida según el modelo biomédico, es decir, corresponden a una enfermedad orgánica, con lo cual la pelota se encuentra en el tejado del médico. Sea lo que fuere lo que se encuentre detrás del diagnóstico, le toca al médico mover ficha: tiene que poner un tratamiento. El tono optimista y positivo con que se describe el capítulo de tratamiento de esta enfermedad contrasta con sólo un 20% de mejorías sustanciales o remisiones1 , de modo que no tardará en llegar el día en que el médico deberá decirle al paciente que han probado ya todo lo que había que probar. Empieza entonces la fase que para el médico es de cronicidad real, la cronicidad en su vertiente más cruda. Se acabó la «educación» del paciente (más de una publicación utiliza este curioso sustantivo1,2 ) y toda la serie de tratamientos propuestos. ¿Con qué recursos cuenta el médico para hacer frente a las reiteradas quejas del paciente? Se aconseja insistir en la benignidad y el buen pronóstico funcional del cuadro1,2 , y es recomendable hacerlo siempre que ahí se sitúe la inquietud del paciente. Pero si éste se queja de dolor, ¿qué puede decirle el médico? Al convertir un problema en una enfermedad, ¿no ha saltado de la sartén de la ignorancia, para caer en el fuego de la impotencia? En cuanto al paciente, sus expectativas han variado poco con el diagnóstico. En efecto, si antes decía: «A pesar de que usted no me encuentra nada, sigo con mis dolores», ahora dice: «A pesar de los tratamientos que usted me da sigo con mis dolores».

Recurramos al modelo biopsicosocial (BPS): el enfoque BPS basado en la teoría general de sistemas (TGS) amplía los límites del modelo biomédico mediante la suma de otros campos del conocimiento ­psicológico y sociológico­ que describen realidades complementarias del paciente en cuestión. La impresión de que hay muchos datos a favor de un componente mental en la fibromialgia se ve contrarrestada por el escaso resultado del tratamiento con antidepresivos y de las sesiones de modificación conductual. Salvo alguna iniciativa novedosa en el ámbito de lo social, según el modelo BPS habríamos agotado todas las posibilidades.