(Clarín.com)
Así lo aseguran expertos del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Según ellos, los panes pueden generar sensaciones de bienestar. Y el pescado y la carne ayudarían a rendir bien un examen.
Quién no se delira por un chocolate en un momento de angustia? ¿O no se tranquiliza con leche tibia y bananas? Según dos investigadores que trabajan en neurociencias y alimentos en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), los alimentos influyen en los estados de ánimo y en el rendimiento cerebral.
Según la pareja de científicos, Judith y Richard Wurtman, "se puede manipular el estado de ánimo y la agudeza mental" con lo que se come y según el momento en que se lo ingiere. Sostienen que los efectos se consiguen rápidamente. La mujer publicó un libro donde defiende la idea (su nombre en inglés es Managing your mind and mood through food).
Desde su postura, defienden la hipótesis de que ciertos alimentos impulsan tranquilidad o que otros van en contra de los estados depresivos. Comer pan y otros alimentos ricos en carbohidratos pueden provocar placer. En tanto, el pescado y la carne, que tienen altos contenidos de proteínas, pueden ayudar a rendir mejor un examen.
Aunque hablan con pruebas y con evidencias de treinta años de investigación, su idea no es totalmente aceptada por especialistas argentinos de distintas disciplinas. Desde los expertos en nutrición, se señala que una alimentación balanceada, distribuida en cuatro comidas variadas, acompañadas de la actividad física, ayudan al buen estado de ánimo. Y dicen que no puede afirmarse que un solo alimento pueda cambiar constantemente el estado de ánimo de las personas.
También desde las neurociencias y desde la psicología, hay desacuerdo. "Si recibimos un shock fuerte por la pérdida de un familiar o cualquier otra situación trágica, podemos recurrir a comer alimentos. Pero no somos maquinitas y no vamos a controlar la tristeza solo con el consumo de comida. Hay otros factores en juego como el estrés y el tiempo que le dedicamos al descanso", afirmó Marcelo Rubinstein, investigador en neurociencias del Conicet.
Aunque el científico argentino recalcó que "la alimentación de la madre durante el embarazo y de los primeros tres años de vida es clave para el desarrollo intelectual de las personas". "El problema actual —dice— es que consumimos carbohidratos en exceso, en facturas y panes. Por eso, sería importante que desde las escuelas nos enseñen verdaderamente a alimentarnos".
En tanto, Hugo Pisanelli, de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires (www.ppba.org.ar) opinó que "es probable que ciertos alimentos mejoren el tono del ánimo, pero en general los conflictos no se resuelven definitivamente con ellos".
Según Pisanelli, la angustia —por ejemplo— puede llevar a preferir ciertos dulces. "Pero ni los alimentos ni los antidepresivos la resuelven. Solo se debe recurrir a una terapia con psicólogos, atravesarla y elaborarla".
Los investigadores del MIT empezaron a descubrir que los carbohidratos pueden mejorar el ánimo, a partir de estudios con mujeres que sufrían síndrome pre-menstrual. Richard Wurtman comentó a Clarín por e-mail: "Los alimentos que son ricos en carbohidratos, como el azúcar, aumentan los niveles cerebrales del neurotransmisor serotonina. Por eso se liberan cantidades de serotonina. Esto es lo mismo que sucede con antidepresivos como el Prozac. Por lo tanto, las personas que sufren síndrome premenstrual, obesidad, o por la cesación del tabaco tienden a estar depresivas por momentos, se dan cuenta que al comer comidas con carbohidratos se sienten mejor".
Wurtman agregó que ningún alimento tiene un efecto a largo plazo en disminuir la depresión. Aconseja que es preferible consumir carbohidratos, como los cereales sin grasa en el desayuno, en lugar de pan con manteca. Es decir, elegir los hidratos de carbono complejos que están en cereales, legumbres, choclo, frutas frescas, entre otros alimentos.
Para prepararse para un examen o para largos períodos de esfuerzo mental, los Wurtman aconsejan las proteínas de carnes y pescados. Dicen que contienen tirosina que aumentan dos sustancias químicas y que contribuyen al alerta cerebral.
Otro componente que destacan es el triptófano, un aminoácido que el organismo utiliza para sintetizar serotonina. Según explicó Carina Peretti, del servicio de nutrición del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, cuando el triptófano está en las cantidades adecuadas, puede calmar la mente, mejora el ánimo y ayuda a dormir.
"En los pacientes depresivos —y entre muchos pacientes que sufren de fibromialgia—, los niveles de serotonina son más bajos que los normales". Se recomienda, en esos casos, aumentar el consumo de triptófano, que se lo encuentra en carnes, kiwi, banana, frutos secos, leche tibia, señaló Peretti. Desde la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas, destacan que lo mejor es comer moderadamente e incluir alimentos variados en las cuatro comidas de cada día. Y que el comer puede ser un buen momento para encontrarse con otros.
El pan de cada día
Eduardo San Pedro
esanpedro@clarin.com
Si no fuera por el prestigio de la institución que realizó el estudio —el Massachusetts Institute of Technology—, y porque la investigación demandó nada menos que 30 años, podría pensarse que sus conclusiones son un tema de ciencia ficción o directamente una patraña. Pero no: parece que la ingestión de ciertos alimentos influye en los estados de ánimo y hasta los modifica. Hasta ahora, sólo había registro de cómo la comida afecta positiva o negativamente al cuerpo. Hoy, hasta se habla de un mayor rendimiento intelectual en base a lo que comemos. El moderno estudio, curiosamente, dejó espacio para algo muy antiguo: el bíblico pan. Parece que comer pan pone de buen humor. Albricias.
Errores a la hora de comer
A la hora de comer, la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas advierte que se cometen 10 errores:
Saltear el desayuno: Su falta provoca sensación de cansancio, cefalea, menor rendimiento y capacidad de atención.
No se come variedad de hortalizas y verduras. Consumir 5 porciones diarias previene cáncer, obesidad, diabetes, hipertensión, entre otros.
Se consume poco pescado. Aporta vitaminas, hierro, selenio, zinc, fósforo, proteínas de excelente calidad y ácidos grasos esenciales.
Se deja de incluir lácteos después de la adolescencia, pero son la mejor fuente de calcio.
Se incluyen legumbres sólo en inviernos. Deben consumirse todo el año.
No se consumen arroz ni panes integrales.
Se elige manteca o margarina en lugar de aceites vegetales.
Se pone mucha sal a las comidas.
Se cree que los productos diet o light son la panacea para estar delgados
Se basa la alimentación en hidratos de carbono equivocados. En lugar de azúcares y dulces, es mejor comer cereales y derivados, legumbres, papa, la batata y el choclo, y algunas frutas frescas, secas y semillas.
Daniel De Girolami (Pte. Soc. Arg. de Nutrición)
Por supuesto que los alimentos pueden mejorar nuestros estados de ánimo o nuestro rendimiento. Pero no hay que confundirse con que pueden ser la solución a los problemas. Comer alimentos no es simplemente un hecho biológico. Tiene connotaciones sociales.
No es lo mismo comer solo que acompañado. Y también los alimentos se asocian a las historias personales de cada persona. Muchos pueden estar conectados con momentos agradables de la vida. Por ejemplo, se sabe que los niños que reciben la lactancia materna eligen un menú más variado de alimentos cuando crecen.
Ante situaciones displacenteras, la gente tiende a comer más o a elegir alimentos dulces. Es un comportamiento lógico, y tiene mucho que ver con cómo aprendemos a alimentarnos.
Yo estoy seguro de que si los padres dieran una ensalada de tomates como un premio, los hijos elegirían esa misma comida en momentos displacenteros cuando son grandes.
Es verdad que hay personas con trastornos en la alimentación. Pero no se puede seguir un enfoque reduccionista con la alimentación. Aquí no se aplica una regla de tres simple. Porque los seres humanos somos seres sociales y pensantes y no podemos pedirle a los alimentos que resuelvan los conflictos familiares o los problemas en el trabajo. Por supuesto, hay que seguir un ordenamiento. Porque ser desorganizados puede crear un problema más. Pero de ninguna manera se puede pensar que los alimentos son la llave de la felicidad.
Los chicos, un tema
Hasta el momento, no hay un alimento específico que pueda vincularse al estado de ánimo de los niños. Lo mejor, sin dudas, es brindarles una dieta variada que incluya verduras, frutas, cereales y carnes", afirmó Marta César, pediatra especializada en nutrición infantil del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
A partir del año, los chicos pueden consumir los mismos alimentos que la familia. "Pero el problema hoy es que las familias no están consumiendo con calidad", opinó. Según César, las familias están alentando el consumo excesivo de gaseosas y golosinas. "Los azúcares aportan energía, pero son de absorción rápida y se depositan como grasa en el organismo".
"Se hicieron estudios sobre los efectos de los alimentos en chicos con trastorno por déficit de atención. Hasta el momento no se comprobó que algún alimento mejoraba o empeoraba el cuadro", comentó la pediatra.
En casos de chicos ansiosos y excesivamente inquietos, "lo aconsejable es ordenarle los tiempos de las comidas. Sentarse con ellos a comer y no permitir que coman cuando caminan.
Tampoco se debe prender la TV durante los momentos de almuerzo o cena. En cambio, en casos de chicos desganados, "es conveniente consultar con un profesional", pero también hay que tener en cuenta que el sedentarismo debe evitarse al organizar salidas grupales o al alentar la actividad física.
Los ansiosos perciben más rápido las emociones
Según los resultados de un nuevo estudio realizado en Estados Unidos, la gente sumamente ansiosa interpreta las expresiones del rostro de los demás mucho más rápido que el resto. De todos modos, es también más proclive a interpretarlas erróneamente.
Chris Fraley, profesor de Psicología en la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, y uno de los coautores de este estudio, explicó: "Es como si (los ansiosos) contaran con la capacidad como para juzgar con precisión el estado emocional de las personas. Sólo que lo hacen con tanta rapidez que a veces hacen una interpretación equivocada".
A pesar de que esta investigación tuvo como objetivo determinar de qué manera los tipos de afecto afectan la forma cómo la gente percibe las señales emocionales, sugiere también que la gene sumamente ansiosa reacciona de forma similar. Este informe apareció publicado en la edición de agosto de "Journal of Personality".
Los participantes de este estudio debieron llenar un cuestionario online destinado a evaluar su grado de ansiedad respecto de la relación emocional que mantuvieron con sus padres cuando eran niños (concepto conocido también como "apego"). Los psicólogos aseguran que los chicos que no se vinculan bien pueden convertirse luego en ansiosos, al llegar a la adultez. Fraley se mostró muy interesado en ver de qué manera esto podía afectar su capacidad para interpretar las señales emocionales.
En cuatro estudios separados, se pidió a los participantes que vieran películas en las que el rostro del actor pasaba de una expresión de alegría a otras de tristeza, enojo o neutralidad.
Los investigadores descubrieron que los adultos sumamente ansiosos eran más veloces que el resto para detectar el momento en el que el actor ya no expresaba la emoción original y para notar cuando había un cambio.
En opinión de Fraley, la gente ansiosa goza de una suerte de empatía innata para leer las emociones de los otros. Sólo necesitan recordar, siempre según Fraley, que no deben apresurarse a sacar conclusiones.
El Dr. Alexander Bystritsky, director del Programa de Trastornos de la Ansiedad de la UCLA (Universidad de California, Los Angeles), señaló que la gente ansiosa cuenta, de hecho, con una suerte de barómetro emocional sensible, que les permite detectar sutiles cambios en las emociones de los seres humanos.
A algunos psicólogos este estudio les pareció provocativo. Helen Resneck-Sannes, psicóloga norteamericana, opinó que los autores del estudio necesitan contar con algunos grupos de control más, incluido uno integrado por gente con un grado de ansiedad normal, y no extremo. Igual, admitió que este estudio es "un buen paradigma para estudiar las reacciones de la gente ante las expresiones faciales".
TRADUCCIÓN: Silvia S. Simonetti
Así lo aseguran expertos del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Según ellos, los panes pueden generar sensaciones de bienestar. Y el pescado y la carne ayudarían a rendir bien un examen.
Quién no se delira por un chocolate en un momento de angustia? ¿O no se tranquiliza con leche tibia y bananas? Según dos investigadores que trabajan en neurociencias y alimentos en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), los alimentos influyen en los estados de ánimo y en el rendimiento cerebral.
Según la pareja de científicos, Judith y Richard Wurtman, "se puede manipular el estado de ánimo y la agudeza mental" con lo que se come y según el momento en que se lo ingiere. Sostienen que los efectos se consiguen rápidamente. La mujer publicó un libro donde defiende la idea (su nombre en inglés es Managing your mind and mood through food).
Desde su postura, defienden la hipótesis de que ciertos alimentos impulsan tranquilidad o que otros van en contra de los estados depresivos. Comer pan y otros alimentos ricos en carbohidratos pueden provocar placer. En tanto, el pescado y la carne, que tienen altos contenidos de proteínas, pueden ayudar a rendir mejor un examen.
Aunque hablan con pruebas y con evidencias de treinta años de investigación, su idea no es totalmente aceptada por especialistas argentinos de distintas disciplinas. Desde los expertos en nutrición, se señala que una alimentación balanceada, distribuida en cuatro comidas variadas, acompañadas de la actividad física, ayudan al buen estado de ánimo. Y dicen que no puede afirmarse que un solo alimento pueda cambiar constantemente el estado de ánimo de las personas.
También desde las neurociencias y desde la psicología, hay desacuerdo. "Si recibimos un shock fuerte por la pérdida de un familiar o cualquier otra situación trágica, podemos recurrir a comer alimentos. Pero no somos maquinitas y no vamos a controlar la tristeza solo con el consumo de comida. Hay otros factores en juego como el estrés y el tiempo que le dedicamos al descanso", afirmó Marcelo Rubinstein, investigador en neurociencias del Conicet.
Aunque el científico argentino recalcó que "la alimentación de la madre durante el embarazo y de los primeros tres años de vida es clave para el desarrollo intelectual de las personas". "El problema actual —dice— es que consumimos carbohidratos en exceso, en facturas y panes. Por eso, sería importante que desde las escuelas nos enseñen verdaderamente a alimentarnos".
En tanto, Hugo Pisanelli, de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires (www.ppba.org.ar) opinó que "es probable que ciertos alimentos mejoren el tono del ánimo, pero en general los conflictos no se resuelven definitivamente con ellos".
Según Pisanelli, la angustia —por ejemplo— puede llevar a preferir ciertos dulces. "Pero ni los alimentos ni los antidepresivos la resuelven. Solo se debe recurrir a una terapia con psicólogos, atravesarla y elaborarla".
Los investigadores del MIT empezaron a descubrir que los carbohidratos pueden mejorar el ánimo, a partir de estudios con mujeres que sufrían síndrome pre-menstrual. Richard Wurtman comentó a Clarín por e-mail: "Los alimentos que son ricos en carbohidratos, como el azúcar, aumentan los niveles cerebrales del neurotransmisor serotonina. Por eso se liberan cantidades de serotonina. Esto es lo mismo que sucede con antidepresivos como el Prozac. Por lo tanto, las personas que sufren síndrome premenstrual, obesidad, o por la cesación del tabaco tienden a estar depresivas por momentos, se dan cuenta que al comer comidas con carbohidratos se sienten mejor".
Wurtman agregó que ningún alimento tiene un efecto a largo plazo en disminuir la depresión. Aconseja que es preferible consumir carbohidratos, como los cereales sin grasa en el desayuno, en lugar de pan con manteca. Es decir, elegir los hidratos de carbono complejos que están en cereales, legumbres, choclo, frutas frescas, entre otros alimentos.
Para prepararse para un examen o para largos períodos de esfuerzo mental, los Wurtman aconsejan las proteínas de carnes y pescados. Dicen que contienen tirosina que aumentan dos sustancias químicas y que contribuyen al alerta cerebral.
Otro componente que destacan es el triptófano, un aminoácido que el organismo utiliza para sintetizar serotonina. Según explicó Carina Peretti, del servicio de nutrición del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, cuando el triptófano está en las cantidades adecuadas, puede calmar la mente, mejora el ánimo y ayuda a dormir.
"En los pacientes depresivos —y entre muchos pacientes que sufren de fibromialgia—, los niveles de serotonina son más bajos que los normales". Se recomienda, en esos casos, aumentar el consumo de triptófano, que se lo encuentra en carnes, kiwi, banana, frutos secos, leche tibia, señaló Peretti. Desde la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas, destacan que lo mejor es comer moderadamente e incluir alimentos variados en las cuatro comidas de cada día. Y que el comer puede ser un buen momento para encontrarse con otros.
El pan de cada día
Eduardo San Pedro
esanpedro@clarin.com
Si no fuera por el prestigio de la institución que realizó el estudio —el Massachusetts Institute of Technology—, y porque la investigación demandó nada menos que 30 años, podría pensarse que sus conclusiones son un tema de ciencia ficción o directamente una patraña. Pero no: parece que la ingestión de ciertos alimentos influye en los estados de ánimo y hasta los modifica. Hasta ahora, sólo había registro de cómo la comida afecta positiva o negativamente al cuerpo. Hoy, hasta se habla de un mayor rendimiento intelectual en base a lo que comemos. El moderno estudio, curiosamente, dejó espacio para algo muy antiguo: el bíblico pan. Parece que comer pan pone de buen humor. Albricias.
Errores a la hora de comer
A la hora de comer, la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas advierte que se cometen 10 errores:
Saltear el desayuno: Su falta provoca sensación de cansancio, cefalea, menor rendimiento y capacidad de atención.
No se come variedad de hortalizas y verduras. Consumir 5 porciones diarias previene cáncer, obesidad, diabetes, hipertensión, entre otros.
Se consume poco pescado. Aporta vitaminas, hierro, selenio, zinc, fósforo, proteínas de excelente calidad y ácidos grasos esenciales.
Se deja de incluir lácteos después de la adolescencia, pero son la mejor fuente de calcio.
Se incluyen legumbres sólo en inviernos. Deben consumirse todo el año.
No se consumen arroz ni panes integrales.
Se elige manteca o margarina en lugar de aceites vegetales.
Se pone mucha sal a las comidas.
Se cree que los productos diet o light son la panacea para estar delgados
Se basa la alimentación en hidratos de carbono equivocados. En lugar de azúcares y dulces, es mejor comer cereales y derivados, legumbres, papa, la batata y el choclo, y algunas frutas frescas, secas y semillas.
Daniel De Girolami (Pte. Soc. Arg. de Nutrición)
Por supuesto que los alimentos pueden mejorar nuestros estados de ánimo o nuestro rendimiento. Pero no hay que confundirse con que pueden ser la solución a los problemas. Comer alimentos no es simplemente un hecho biológico. Tiene connotaciones sociales.
No es lo mismo comer solo que acompañado. Y también los alimentos se asocian a las historias personales de cada persona. Muchos pueden estar conectados con momentos agradables de la vida. Por ejemplo, se sabe que los niños que reciben la lactancia materna eligen un menú más variado de alimentos cuando crecen.
Ante situaciones displacenteras, la gente tiende a comer más o a elegir alimentos dulces. Es un comportamiento lógico, y tiene mucho que ver con cómo aprendemos a alimentarnos.
Yo estoy seguro de que si los padres dieran una ensalada de tomates como un premio, los hijos elegirían esa misma comida en momentos displacenteros cuando son grandes.
Es verdad que hay personas con trastornos en la alimentación. Pero no se puede seguir un enfoque reduccionista con la alimentación. Aquí no se aplica una regla de tres simple. Porque los seres humanos somos seres sociales y pensantes y no podemos pedirle a los alimentos que resuelvan los conflictos familiares o los problemas en el trabajo. Por supuesto, hay que seguir un ordenamiento. Porque ser desorganizados puede crear un problema más. Pero de ninguna manera se puede pensar que los alimentos son la llave de la felicidad.
Los chicos, un tema
Hasta el momento, no hay un alimento específico que pueda vincularse al estado de ánimo de los niños. Lo mejor, sin dudas, es brindarles una dieta variada que incluya verduras, frutas, cereales y carnes", afirmó Marta César, pediatra especializada en nutrición infantil del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
A partir del año, los chicos pueden consumir los mismos alimentos que la familia. "Pero el problema hoy es que las familias no están consumiendo con calidad", opinó. Según César, las familias están alentando el consumo excesivo de gaseosas y golosinas. "Los azúcares aportan energía, pero son de absorción rápida y se depositan como grasa en el organismo".
"Se hicieron estudios sobre los efectos de los alimentos en chicos con trastorno por déficit de atención. Hasta el momento no se comprobó que algún alimento mejoraba o empeoraba el cuadro", comentó la pediatra.
En casos de chicos ansiosos y excesivamente inquietos, "lo aconsejable es ordenarle los tiempos de las comidas. Sentarse con ellos a comer y no permitir que coman cuando caminan.
Tampoco se debe prender la TV durante los momentos de almuerzo o cena. En cambio, en casos de chicos desganados, "es conveniente consultar con un profesional", pero también hay que tener en cuenta que el sedentarismo debe evitarse al organizar salidas grupales o al alentar la actividad física.
Los ansiosos perciben más rápido las emociones
Según los resultados de un nuevo estudio realizado en Estados Unidos, la gente sumamente ansiosa interpreta las expresiones del rostro de los demás mucho más rápido que el resto. De todos modos, es también más proclive a interpretarlas erróneamente.
Chris Fraley, profesor de Psicología en la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, y uno de los coautores de este estudio, explicó: "Es como si (los ansiosos) contaran con la capacidad como para juzgar con precisión el estado emocional de las personas. Sólo que lo hacen con tanta rapidez que a veces hacen una interpretación equivocada".
A pesar de que esta investigación tuvo como objetivo determinar de qué manera los tipos de afecto afectan la forma cómo la gente percibe las señales emocionales, sugiere también que la gene sumamente ansiosa reacciona de forma similar. Este informe apareció publicado en la edición de agosto de "Journal of Personality".
Los participantes de este estudio debieron llenar un cuestionario online destinado a evaluar su grado de ansiedad respecto de la relación emocional que mantuvieron con sus padres cuando eran niños (concepto conocido también como "apego"). Los psicólogos aseguran que los chicos que no se vinculan bien pueden convertirse luego en ansiosos, al llegar a la adultez. Fraley se mostró muy interesado en ver de qué manera esto podía afectar su capacidad para interpretar las señales emocionales.
En cuatro estudios separados, se pidió a los participantes que vieran películas en las que el rostro del actor pasaba de una expresión de alegría a otras de tristeza, enojo o neutralidad.
Los investigadores descubrieron que los adultos sumamente ansiosos eran más veloces que el resto para detectar el momento en el que el actor ya no expresaba la emoción original y para notar cuando había un cambio.
En opinión de Fraley, la gente ansiosa goza de una suerte de empatía innata para leer las emociones de los otros. Sólo necesitan recordar, siempre según Fraley, que no deben apresurarse a sacar conclusiones.
El Dr. Alexander Bystritsky, director del Programa de Trastornos de la Ansiedad de la UCLA (Universidad de California, Los Angeles), señaló que la gente ansiosa cuenta, de hecho, con una suerte de barómetro emocional sensible, que les permite detectar sutiles cambios en las emociones de los seres humanos.
A algunos psicólogos este estudio les pareció provocativo. Helen Resneck-Sannes, psicóloga norteamericana, opinó que los autores del estudio necesitan contar con algunos grupos de control más, incluido uno integrado por gente con un grado de ansiedad normal, y no extremo. Igual, admitió que este estudio es "un buen paradigma para estudiar las reacciones de la gente ante las expresiones faciales".
TRADUCCIÓN: Silvia S. Simonetti
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