Algunos estudios indican una asociación entre el dolor crónico y factores biológicos, como los polimorfismos en genes de neurotransmisores, pero estos hallazgos deben validarse a nivel poblacional.
El dolor crónico incluye un grupo heterogéneo de cuadros clínicos, de los cuales sólo una minoría se asocia con trastornos estructurales específicos, mientras que muchos coexisten con dolor crónico en otras partes del cuerpo. Respecto de los cuadros idiopáticos e inespecíficos, los ensayos clínicos y epidemiológicos han provisto evidencias de que las patologías dolorosas crónicas regionales y diseminadas deben ser consideradas como parte de un espectro continuo y no como entidades diferentes en su etiología. En ese caso, es apropiado considerar al dolor crónico como un síndrome global. Por lo tanto, es necesario diseñar estrategias terapéuticas genéricas para el dolor crónico, ya sea farmacológicas o no farmacológicas. Esto debería reflejarse en el uso de un enfoque epidemiológico para la investigación de factores etiológicos y factores de riesgo. En este artículo, el Dr. Blair H. Smith y sus colegas de la University of Aberdeen, Reino Unido, revisan los resultados obtenidos mediante la aplicación de ese enfoque y consideran las posibles ventajas de agregar la medición de factores biológicos al conocimiento y los métodos desarrollados hasta el momento.
Factores de riesgo ya detectados en estudios poblacionales
Muchos de los factores de riesgo identificados para el desarrollo y persistencia del dolor crónico no son pasibles de intervención médica, o no lo son de manera directa. Entre ellos se incluyen el sexo femenino, la edad avanzada, la clase social, el estilo de vida y factores ocupacionales. No obstante, aclaran los expertos, algunos de esos factores señalan hacia dónde deben dirigirse las investigaciones. Por ejemplo, la preponderancia del dolor crónico en las mujeres ha llevado a investigar factores endocrinos y genéticos. El factor clínico de riesgo más importante para el dolor crónico en un determinado lugar parece ser la existencia de dolor, ya sea dolor crónico en otro sitio o dolor no crónico. El mal estado general de salud y los antecedentes familiares o personales de trastornos relacionados también son factores de riesgo para el dolor crónico. Entre los factores psicosociales importantes ya conocidos se incluyen ansiedad, depresión, y tendencia a somatizar el distrés psicológico.
Posibles factores de riesgo biológico según los estudios existentes
Una revisión reciente de estudios sobre mecanismos cerebrales de percepción y regulación del dolor demostró que existe una red cerebral para la percepción del dolor agudo, comentan los autores. Las imágenes de resonancia magnética funcional y otras técnicas permiten una nueva visión del procesamiento central del dolor, y han demostrado características específicas de los pacientes con dolor crónico. Sin embargo, aún no está claro si tales cambios preceden o suceden al inicio del dolor. Los trastornos del eje hipotalámico-hipofiso-adrenal (HHA) se han implicado en el dolor musculoesquelético regional y en el dolor crónico diseminado (DCD). Estudios recientes demuestran que, en las personas sin DCD pero con alto riesgo de desarrollarlo (de acuerdo con marcadores de riesgo conocidos), algunos trastornos del eje HHA, como la pérdida del ritmo diurno de cortisol, incrementan el riesgo de DCD. También se han hallado anomalías del eje HHA en patologías tales como la depresión y la fatiga, las que constituyen frecuentes entidades asociadas en personas con DCD y fibromialgia. Se ha hallado que sustancias tales como la noradrenalina, la dopamina, los metabolitos de la serotonina y algunos neuropéptidos tienen un papel importante en el DCD y la fibromialgia.
Existen algunas evidencias de que el dolor crónico y el dolor lumbar se agrupan en determinadas familias, comentan los expertos, lo cual sugiere un componente hereditario. Mientras que algunos estudios en gemelos han identificado una contribución genética específica al dolor lumbar, una investigación en gemelos monocigóticos y dicigóticos no reveló evidencias de un componente genético para el umbral de dolor. Se han identificado algunos genes relacionados con el procesamiento del dolor, y algunos polimorfismos en estos genes podrían asociarse con el desarrollo de dolor crónico. Entre esos genes se incluyen los que codifican para receptores opioides mu, receptores 1A y 1B de serotonina, transportador de serotonina, y la enzima catecolamina-o-metiltransferasa. En opinión de los autores, es necesario profundizar las investigaciones no sólo para confirmar tales asociaciones, sino también para detectar otros polimorfismos asociados con el dolor crónico.
Necesidad de estudios poblacionales de mecanismos biológicos del dolor crónico
Probablemente los distintos factores de riesgo biológicos propuestos no operan de manera aislada, sino que muchos interactúan entre sí y con factores de riesgo ya conocidos. Por ejemplo, los estudios cerebrales por imágenes demuestran que la modulación psicológica del procesamiento del dolor contribuye al dolor crónico. Será necesario comprobar la importancia de estos factores a nivel comunitario, opinan los autores, particularmente en el caso de aquellos que pueden llevar a la aplicación de un determinado tratamiento. Esto requerirá determinar si las asociaciones observadas entre un determinado factor y el dolor crónico se extrapolan a muestras representativas, de mayor tamaño. También será necesario evaluar la magnitud de tales asociaciones en estudios de nivel comunitario y la prevalencia de los factores de riesgo propuestos. Las investigaciones sobre factores psicosociales sugieren que algunos factores biológicos se relacionan con patologías dolorosas específicas, mientras que otros guardan relación con varios trastornos dolorosos o con el dolor crónico considerado como entidad única. Idealmente, deberán hacerse estudios prospectivos de cohortes para evaluar la importancia predictiva de grupos de factores de riesgo. Sin embargo, estos estudios son caros y no aportarán datos útiles hasta dentro de varios años. En opinión de los expertos británicos, los resultados de este esfuerzo en la investigación de factores de riesgo biológicos incluirán una nueva comprensión del desarrollo y persistencia del dolor crónico, lo cual permitirá el desarrollo de nuevas estrategias de prevención y tratamiento a nivel poblacional.
El dolor crónico incluye un grupo heterogéneo de cuadros clínicos, de los cuales sólo una minoría se asocia con trastornos estructurales específicos, mientras que muchos coexisten con dolor crónico en otras partes del cuerpo. Respecto de los cuadros idiopáticos e inespecíficos, los ensayos clínicos y epidemiológicos han provisto evidencias de que las patologías dolorosas crónicas regionales y diseminadas deben ser consideradas como parte de un espectro continuo y no como entidades diferentes en su etiología. En ese caso, es apropiado considerar al dolor crónico como un síndrome global. Por lo tanto, es necesario diseñar estrategias terapéuticas genéricas para el dolor crónico, ya sea farmacológicas o no farmacológicas. Esto debería reflejarse en el uso de un enfoque epidemiológico para la investigación de factores etiológicos y factores de riesgo. En este artículo, el Dr. Blair H. Smith y sus colegas de la University of Aberdeen, Reino Unido, revisan los resultados obtenidos mediante la aplicación de ese enfoque y consideran las posibles ventajas de agregar la medición de factores biológicos al conocimiento y los métodos desarrollados hasta el momento.
Factores de riesgo ya detectados en estudios poblacionales
Muchos de los factores de riesgo identificados para el desarrollo y persistencia del dolor crónico no son pasibles de intervención médica, o no lo son de manera directa. Entre ellos se incluyen el sexo femenino, la edad avanzada, la clase social, el estilo de vida y factores ocupacionales. No obstante, aclaran los expertos, algunos de esos factores señalan hacia dónde deben dirigirse las investigaciones. Por ejemplo, la preponderancia del dolor crónico en las mujeres ha llevado a investigar factores endocrinos y genéticos. El factor clínico de riesgo más importante para el dolor crónico en un determinado lugar parece ser la existencia de dolor, ya sea dolor crónico en otro sitio o dolor no crónico. El mal estado general de salud y los antecedentes familiares o personales de trastornos relacionados también son factores de riesgo para el dolor crónico. Entre los factores psicosociales importantes ya conocidos se incluyen ansiedad, depresión, y tendencia a somatizar el distrés psicológico.
Posibles factores de riesgo biológico según los estudios existentes
Una revisión reciente de estudios sobre mecanismos cerebrales de percepción y regulación del dolor demostró que existe una red cerebral para la percepción del dolor agudo, comentan los autores. Las imágenes de resonancia magnética funcional y otras técnicas permiten una nueva visión del procesamiento central del dolor, y han demostrado características específicas de los pacientes con dolor crónico. Sin embargo, aún no está claro si tales cambios preceden o suceden al inicio del dolor. Los trastornos del eje hipotalámico-hipofiso-adrenal (HHA) se han implicado en el dolor musculoesquelético regional y en el dolor crónico diseminado (DCD). Estudios recientes demuestran que, en las personas sin DCD pero con alto riesgo de desarrollarlo (de acuerdo con marcadores de riesgo conocidos), algunos trastornos del eje HHA, como la pérdida del ritmo diurno de cortisol, incrementan el riesgo de DCD. También se han hallado anomalías del eje HHA en patologías tales como la depresión y la fatiga, las que constituyen frecuentes entidades asociadas en personas con DCD y fibromialgia. Se ha hallado que sustancias tales como la noradrenalina, la dopamina, los metabolitos de la serotonina y algunos neuropéptidos tienen un papel importante en el DCD y la fibromialgia.
Existen algunas evidencias de que el dolor crónico y el dolor lumbar se agrupan en determinadas familias, comentan los expertos, lo cual sugiere un componente hereditario. Mientras que algunos estudios en gemelos han identificado una contribución genética específica al dolor lumbar, una investigación en gemelos monocigóticos y dicigóticos no reveló evidencias de un componente genético para el umbral de dolor. Se han identificado algunos genes relacionados con el procesamiento del dolor, y algunos polimorfismos en estos genes podrían asociarse con el desarrollo de dolor crónico. Entre esos genes se incluyen los que codifican para receptores opioides mu, receptores 1A y 1B de serotonina, transportador de serotonina, y la enzima catecolamina-o-metiltransferasa. En opinión de los autores, es necesario profundizar las investigaciones no sólo para confirmar tales asociaciones, sino también para detectar otros polimorfismos asociados con el dolor crónico.
Necesidad de estudios poblacionales de mecanismos biológicos del dolor crónico
Probablemente los distintos factores de riesgo biológicos propuestos no operan de manera aislada, sino que muchos interactúan entre sí y con factores de riesgo ya conocidos. Por ejemplo, los estudios cerebrales por imágenes demuestran que la modulación psicológica del procesamiento del dolor contribuye al dolor crónico. Será necesario comprobar la importancia de estos factores a nivel comunitario, opinan los autores, particularmente en el caso de aquellos que pueden llevar a la aplicación de un determinado tratamiento. Esto requerirá determinar si las asociaciones observadas entre un determinado factor y el dolor crónico se extrapolan a muestras representativas, de mayor tamaño. También será necesario evaluar la magnitud de tales asociaciones en estudios de nivel comunitario y la prevalencia de los factores de riesgo propuestos. Las investigaciones sobre factores psicosociales sugieren que algunos factores biológicos se relacionan con patologías dolorosas específicas, mientras que otros guardan relación con varios trastornos dolorosos o con el dolor crónico considerado como entidad única. Idealmente, deberán hacerse estudios prospectivos de cohortes para evaluar la importancia predictiva de grupos de factores de riesgo. Sin embargo, estos estudios son caros y no aportarán datos útiles hasta dentro de varios años. En opinión de los expertos británicos, los resultados de este esfuerzo en la investigación de factores de riesgo biológicos incluirán una nueva comprensión del desarrollo y persistencia del dolor crónico, lo cual permitirá el desarrollo de nuevas estrategias de prevención y tratamiento a nivel poblacional.
Smith BH, Macfarlane GJ, Torrance N. Epidemiology of
chronic pain, from the laboratory to the bus stop: time
to add understanding of biological mechanisms to the
study of risk factors in population-based research?
Pain 127:5–10, 2007.
chronic pain, from the laboratory to the bus stop: time
to add understanding of biological mechanisms to the
study of risk factors in population-based research?
Pain 127:5–10, 2007.
Fuente|doloronline.net
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